miércoles, 4 de noviembre de 2009

Limitadores y limitaciones del reciclaje

Fabio Pérez.



En este artículo he decidido tratar las limitaciones que tiene el reciclaje y quiénes son los organismos o las personas que las producen. Es de vital importancia este tema, debido a la polémica que acarrea que algunos de estos organismos sean los propios ayuntamientos los limitadores promulgando las necesidades del reciclaje a su vez.

En el artículo de mi compañera Ángela referente, también, a parte de este tema, hay un texto recojido de "El País Semanal" titulado "El espíritu del reciclaje" escrito por Almudena Grandes. A continuación verán un pequeño comic que he hecho de ese texto mostrado por mi compañera.




"El espíritu del reciclaje"








Este comic, al igual que el texto de Almudena Grandes recogido de El País Semanal, muestra una verdad muy común en todas nuestras ciudades,vista de forma un tanto cómica, no sólo por el hecho de que las personas u organismos que dicen ser "defensoras del medio ambiente", se contradicen en cuanto tienen la mínima oportunidad de hacerlo, sino también porque es del día a día: guardar los cartones en casa para cuando cojas el coche, porque en las 10 manzanas cercanas a tu domicilio no hay un sólo contenedor, que haya un sólo contenedor de plástico y envases para todo un vecindario, y un sin fin de etcéteras.


Hay contenedores para residuos orgánicos, hay contenedores para envases, para plásticos, para vídrios, pero aun así... ¡no es suficiente! Hemos de luchar por tener un contenedor para cada material en prácticamente todas las calles, esto no resulta de un día para otro, pero poco a poco sí.


También hay empresas que se dedican a la recogida de residuos por separado y que luego ellos los reciclan, pero no tenemos por qué depender de una empresa privada para la recogida de basura, necesitamos ese servicio de forma pública y gratuíta. Esto, favorecería muchísimo la labor del reciclaje, y, aunque las personas individualmente tubiéramos que esforzarnos más por separar, y "perder un poco el tiempo" para ello, lo estaremos haciendo por una grandísima causa.


En mi opinión, las personas debemos exigir a los organismos correspondientes que se encarguen de ello, y pedirles que tengan también un poco de conciencia con la causa, porque el medio ambiente es parte de todos, y podemos evitar su deterioro.


¡Espero que les haya gustado!



lunes, 2 de noviembre de 2009

El espíritu del reciclaje, por Almudena Grandes

Ángela García.




Aquella tarde, cuando él llegó a casa, el presidente de la comunidad de vecinos estaba pegando en la puerta un cartel que anunciaba la instalación de un punto limpio en una plaza cercana a su casa.
Antes de terminar de leerlo, pensó en lo contenta que iba a ponerse su mujer, porque ella era, con mucho, la más sensible de los dos o, al menos, la que se había sensibilizado antes. Ahora ya, por no oírla, él se había acostumbrado a cerrar el grifo mientras se lavaba los dientes o se enjabonaba el cuerpo, a pasar las sobras de sopa por un colador para tirar por separado los fideos y el caldo, y a meter en una bolsa aparte las botellas de los tercios de cerveza que se bebía con sus amigos cuando tocaba ver el partido en su casa. También a encontrar un montón de pilas usadas en el primer cajón que se le ocurriera abrir. ¿Y qué quieres?, se defendía ella. Cuando voy a casa de mi madre se me olvida cogerlas, y aquí cerca no tenemos ningún contenedor…
–El domingo te vas a hartar de tirar material contaminante, cielo –al subir, le dio la noticia con un beso–. Ya puedes empezar con el registro…


Empezó enseguida y tardó un par de días en terminar, pero su trabajo fue tan fructífero que el sábado por la noche ningún cajón hacía ruido al abrirse, y dos bolsas grandes de papel, otra de plástico, durmieron en el vestíbulo. Dentro, había un poco de todo. Decenas de pilas, por supuesto, pero también ocho o nueve aerosoles variados, un exprimidor eléctrico que él ya no recordaba que hubiera existido alguna vez, un secador de pelo, una batidora de mano, dos agendas electrónicas averiadas, tres teléfonos móviles escacharrados, alguno incluso con la pantalla hecha añicos, y… En fin, un montón de cosas que él habría ido tirando alegremente a la basura durante los últimos seis o siete años, si no hubiera tenido la suerte de vivir con una mujer tan estupenda.






Por eso, el domingo, cuando ella le preguntó si la ayudaba a bajarlo todo al camión, hasta le hizo ilusión acompañarla.
Y por eso, aquel día estuvo a punto de perderse, de liarse a puñetazos, por primera vez desde que salió del instituto, con el empleado municipal que les recibió, sonrisa de oreja a oreja, ante un camión flamante, pintado en colores claros y, como no podía ser de otra manera, limpio limpísimo.


–Buenos días –su mujer le devolvió la sonrisa–. No sabe cómo me alegro de que hayan venido por aquí, porque fíjese todo lo que le traigo.

–¡Ah!, pero… –y bastó que ella abriera la bolsa, mostrando su contenido, para que él empezara a negar con la cabeza–. No, no, no, esto no es así, señora. Yo no puedo cogerle todo eso.

–¿Qué? –y él también pensó que no había oído bien. Pero si todo coincide con los logotipos que tiene pintados ahí, ¿ve?

–Ya, claro, pero para todo existen unos límites en esta vida, ¿sabe? Yo puedo quedarme con dos aerosoles, un pequeño electrodoméstico, un teléfono móvil y un dispositivo electrónico por vecino. Las pilas sí, porque…

–Pero… Perdóneme, es que no le entiendo. Si todo esto es contaminante, y usted se dedica a eliminar residuos contaminantes…

–Sí, pero este servicio no es sólo para usted, señora. Es para todos los vecinos de este barrio.

–Ya, pero el camión es enorme y lo que traigo cabe en tres bolsas, ¿no lo ve? No me diga que los contenedores se han llenado ya, son sólo las doce y media, y…

–Es que no se trata de eso. Las normas son iguales para todos.

–¿Y si no viene gente suficiente para llenar el camión?

–¡Ah! En ese caso, tendré que llevármelo vacío.

–¿Y qué hago yo con todo esto?

–Pues guardarlo otra vez en su casa, hasta que vengamos la próxima vez. Y así, poco a poco…

–Ya –él se asombró de que a ella todavía le quedara paciencia–. ¿Y cuándo fue la última vez que vinieron ustedes por aquí?

–Pues no se lo sabría decir. Yo creo que ésta es la primera. Pero no se enfade conmigo, señora –y volvió a sonreír–. Parece que no entiende usted el espíritu del reciclaje.


En ese momento, él se paró a pensar qué preferiría ella, decidió que cualquier cosa antes que una pelea, y decidió tomar la iniciativa.

–Ella no entiende ese espíritu, no –intervino–, pero yo sí. Yo lo entiendo perfectamente, porque para eso pagamos impuestos municipales, ¿no? Así que coja usted lo que quiera, que ya me ocupo yo de lo demás.

–No se quejarán –les dijo al final–, que les he cogido tres aerosoles, en vez de dos. Lo han visto, ¿no?

–Claro –él asintió con la cabeza–. Adiós. Muchas gracias.

Ella le miró como si no entendiera nada, pero echó a andar tras él. Y cuando le vio tirar las bolsas sin más, en el primer contenedor de cascotes que encontraron junto a la acera, le besó en la mejilla, y sonrió.


(Ésta es la historia, real y verdadera, de cómo la responsabilidad cívica de mi amiga Ángeles Aguilera se estrelló, hace unos meses, contra los reglamentos municipales ante la fachada del Museo Reina Sofía de Madrid)



Artículo procedente de El País Semanal, en el día 25 de Octubre de 2009.



La situación anteriormente contada en el artículo de Almudena Grandes demuestra que realmente hay gente interesada en el reciclaje y que se preocupa por el medio ambiente pero que muchas veces son los propios ayuntamientos los que no muestran interés y apoyan a los ciudadanos para que reciclen.


En este artículo se critica mediante un ejemplo real a los ayuntamientos que son irresponsables en los temas de reciclaje. También queda demostrado que por ejemplo al trabajador que recogía la basura tampoco le importaba la situación que estaba ocurriendo, incluso actuó como si le estuviera haciendo un favor a aquella mujer.


En el siguiente esquema, pretendo explicar lo que ocurre en las diferentes situaciones. Si un ayuntamiento pone limitaciones a la hora de reciclar, y si un ayuntamiento proporciona a los ciudadanos facilidades para ello.






Se suele pensar que son los ciudadanos los que no están suficientemente concienciados e informados sobre el tema del reciclaje pero con este ejemplo que demostrado que muchas veces, los que necesitan más educacion medioambiental son los pertenecientes a los ayuntamientos y demás gente "importante" con poder político. Muchos de ellos utilizan la excusa de poner un punto limpio o de que van a instalar más contenedores en los diferentes barrios para conseguir más apoyo y que la gente piense que realmente les interesa, pero en realidad lo único que están haciendo es engañar a la gente y manipularlos para conseguir sus votos, ya que a ellos les da igual que se recicle o no, porque van a cobrar lo mismo.


Por último, quiero decir que me parece absurdo el hecho de que una persona sensata y que está muy bien informada sobre cómo reciclar, no pueda hacerlo y tenga que tirar todo tipo de residuos al mismo contenedor simplemente porque una regla municipal sin ningún fundamento le oblige a hacerlo.